Una carta al recuerdo

Hola. ¿Qué tal estás?, ¿cómo va todo?, espero que bien.

Yo solo te escribía para recordarte que aún tienes algo que me pertenece, no sé si te acordarás. Si no me fuese de vital importancia, no te lo pediría, pero es que lo necesito para poder seguir adelante. ¿No lo recuerdas, no? Bueno, yo te explico como es. Es de un tamaño medio, como el puño de una mano, de color carne, forma un tanto ovalada… ¿Sigues sin acordarte? No te preocupes, yo te sigo ayudando. Digamos que es el motor que mueve el mundo, bueno, el mundo y a cualquier ser humano; su principal función es bombear un líquido de color rojizo viscoso y hacer que fluya por todo el recorrido que ha de realizar. Sí, ya se que es más fácil decirte directamente el nombre, pero quiero que pienses un poco, ya que si lo tienes, es por algo. Sigo dándote pistas, ¿no?. Como dije al principio, es de vital importancia, de hecho nadie puede vivir sin él. Me imagino tú cara de “¿Qué coño me esta contando?”, a si que, seré más precisa. Tú no me abriste el torso para conseguirlo, de hecho lo hiciste de la forma más compleja e indolora. Te lo llevaste dándole cariño, alimentándolo de amor, mimos, sonrisas, alegrías… lo enamoraste. Si, has oído bien, lo enamoraste. Veo que ya vas recordando. Lo necesito porque hay alguien que quiere hacer lo mismo, alimentarlo de amor, pero no para dañarlo también, si no para quedárselo y cuidarlo todo el tiempo que yo desee, pero claro, si lo sigues teniendo tú, es difícil que lo pueda entregar a otra persona. Voilà, eso es, quiero que me devuelvas mi corazón. Tú no lo quieres para nada, lo sigues alimentando malamente, has pasado de ser la sangre que lo alimentabas, a ser la mala vasculación que dificulta su normal funcionamiento.

Espero y deseo que me lo envíes cuanto antes, no quiero tener que seguir enchufada a unas máquinas para poder intentar vivir sin él, porque solo es eso, un intento. Quiero volver a vivir con él como lo he hecho siempre, ambos felices y sonriéndole a la vida.

Gracias por todo. Un beso.