Que lo grande, con el paso del tiempo, se hace pequeño y que lo pequeño, si quieres, se puede hacer grande. Que no existe lo malo, que todo es bueno. Que todos somos iguales y que no hay nadie diferente. A veces me preguntaba: “¿Para qué estamos aquí?” y me respondía: “Para alcanzar nuestra meta, para luchar, para disfrutar, para sufrir si es necesario, para aprender, para crecer, para tomar decisiones importantes, para darle valor a las cosas, para amar y ser amado…”
Y resulta que estamos aquí para resolver una ecuación. Sí, una ecuación a la que llamamos “V-I-D-A”… Qué nombre tan extraño, ¿no?
-Autor desconocido