La gente solo puede atacar a los que están despiertos, a los que tienen los ojos abiertos. Los que desaparecen en medio del sueño son inofensivos.
Pero me cuesta llegar al sueño. Os tengo que confesar que siempre he necesitado una cama para dormir. Por eso siempre he admirado a las personas que al cabo de dos segundos de haberse puesto la cabeza encima de cualquier superficie se quedan completamente dormidas. Las admiro y las envidio... ¿Acaso se puede admirar una cosa que no envidias? ¿Acaso envidias una cosa que no admiras?
Yo siempre necesito mi cama, creo que es una buena definición de mí, bueno, de mi sueño. Además, creo que la cama de una persona, perdón, lo corrijo, la almohada de una persona, es el elemento más importante de la vida de un individuo.
A veces me han hecho aquella pregunta tan inútil: "¿Qué te llevarías a una isla desierta?" Y no sé porque pero siempre digo: "Un buen libro y un vino excelente" y utilizo estos dos adjetivos tan poco acertados.
Y la verdad es que tardas muchos años en hacer tuyo un cojín, centenares de sueños para darle esa forma tan especial que lo define y que tanto te atrae y te lleva al sueño.
Al final, sabes como doblar el cojín para conseguir el sueño perfecto, como girarlo para que después no se caliente mucho. Hasta sabes el olor que hace después de un buen sueño. Ojalá pudiésemos saber tantas cosas de las personas que queremos y que duermen a nuestro lado. [...] Pero lo que siempre he creído, eso sí, es que las almohadas llevan dentro una parte de tus pesadillas, de tus problemas y de tus sueños. Y esta es la razón por la cual le ponemos esas fundas: para no vernos reflejados en un objeto. Dicen tanto de nosotros el coche que llevamos, el móvil que usamos, la ropa que nos ponemos...
-Albert Espinosa: 'Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo'