El único amigo absolutamente abnegado que el hombre puede tener en este mundo egoísta, el cual nunca lo abandona o se le puede comprobar ser desagradecido o traicionero, es el perro. Éste besa la mano del que no tiene comida para ofrecer, lame las heridas y contusiones que entran en contacto con las asperezas del mundo. Cuando todos los otros amigos le abandonan, él sigue.
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